Publicado 08/06/2025 03:44

La situación se deteriora aún más en el Sahel, con Malí y Burkina Faso objetivo constante de ataques de JNIM

RUSSIA, MOSCOW - MAY 10, 2025: Burkina Faso's President Ibrahim Traore visits the Mendeleev University of Chemical Technology of Russia (MUCTR)
RUSSIA, MOSCOW - MAY 10, 2025: Burkina Faso's President Ibrahim Traore visits the Mendeleev University of Chemical Technology of Russia (MUCTR) - Europa Press/Contacto/Mikhail Tereshchenko

Los expertos advierten del riesgo de que puedan llegar a caer los gobiernos, sobre todo el burkinés

MADRID, 8 Jun. (EUROPA PRESS) -

Los ataques se suceden casi a diario en el Sahel. En esta región africana, epicentro en los últimos años de la violencia yihadista, los grupos terroristas, en particular la filial de Al Qaeda, se están haciendo cada vez más fuertes ante la incapacidad manifiesta de las juntas gobernantes en Malí, Burkina Faso y Níger de hacerles frente, lo que hace temer que puedan terminar convirtiéndose en estados fallidos.

"Los gobiernos son conscientes de que se les está yendo de las manos", resume un experto en la región consultado por Europa Press y que prefiere no ser citado dado lo sensible de la situación, ante la sucesión de atentados contra objetivos militares que se ha venido registrando en las últimas semanas, primero en Burkina Faso y luego en Malí.

A su juicio, especialmente en el caso de Burkina Faso, la posibilidad de que los yihadistas terminen haciéndose con el poder, más de que haya un nuevo golpe de Estado --ya ha habido dos y se han desbaratado varios intentos-- "es absolutamente factible", dado el avance de los terroristas hacia la capital, Uagadugú.

Detrás de esta ola de ataques que se han saldado con decenas de militares muertos --aunque también ha habido algunos con víctimas civiles-- está el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), la filial de Al Qaeda en el Sahel que comanda Iyad ag Ghali, un antiguo combatiente tuareg, y que se ha convertido en la fuerza preeminente en la región.

"Los ataques en curso por parte de JNIM y sus contingentes tanto contra objetivos duros (militares) como blandos (civiles) en todo el Sahel son indicativos de las vulnerabilidades inherentes a las que se enfrentan estos países encabezados por juntas con una débil infraestructura militar", señala por su parte The Soufan Center, una organización especializada en análisis de seguridad.

También hace unos días el jefe del Mando para África estadounidense (AFRICOM), general Michael Langley, reconocía la gravedad de la situación: "Las redes terroristas afiliadas con Estado Islámico y Al Qaeda están prosperando, especialmente en Burkina Faso, donde el Gobierno ha perdido el control de amplias franjas del territorio". Se estima que la junta que comanda Ibrahim Traoré controla menos del 60% del país.

"Los ataques están resurgiendo también en la región del Lago Chad", añadió, en referencia al área de operaciones de Estado Islámico África Occidental (ISWA) y en menor medida Boko Haram en el noreste de Nigeria y países vecinos, y "los grupos extremistas se están volviendo más agresivos", sostuvo, en clara alusión al incremento en los ataques y las víctimas.

OBJETIVO: ACCESO A LA COSTA

Además, previno el general estadounidense, "uno de los nuevos objetivos de los terroristas es conseguir acceso a las costas de África Occidental" y en particular a los países del golfo de Guinea.

"Si consiguen acceso a la costa, pueden financiar sus operaciones mediante el contrabando, el tráfico de personas y el comercio de armas", previno, incidiendo en que "esto pone en peligro no solo a los países africanos sino que también aumenta la posibilidad de que las amenazas lleguen a las costas estadounidenses".

Antes de llegar a Estados Unidos habría que pasar previsiblemente por las islas Canarias, de ahí el que el último informe anual del Departamento de Seguridad Nacional (DSN), dependiente de Presidencia del Gobierno, reconozca que "el Sahel se ha convertido en un epicentro de la actividad yihadista, favorecida por la inestabilidad institucional y la retirada de las misiones internacionales".

Asimismo, el documento, consultado por Europa Press, reconoce que JNIM es "la mayor amenaza terrorista de carácter yihadista en la región, tras coincidir la intensificación de su actividad operativa con el debilitamiento de la actividad contraterrorista gubernamental, así como por la considerable disminución de los enfrentamientos que mantiene en estos países" con la filial de Estado Islámico.

LAS JUNTAS MILITARES, INCAPACES

"Los gobiernos militares de estos países están demostrando no poder seguir el ritmo de las operaciones de JNIM", subraya Soufan Center, tras enumerar la concatenación de ataques que se han producido en las últimas semanas en Malí, el último de ellos un ataque desde varios frente en la emblemática ciudad de Tombuctú el 30 de mayo.

A juicio de este centro especializado, la expulsión por una parte de las fuerzas extranjeras presentes en sus territorios --tanto europeas como estadounidenses y en el caso de Malí incluso de la ONU-- y la salida de los tres países de la Comunidad Ecónomica de África Occidental (CEDEAO) está pasando factura, ya que "ha reducido la capacidad de respuestas de seguridad coordinadas a nivel regional y la supervisióin internacional".

"Desgraciadamente, con nuestra retirada de la región, hemos perdido nuestra capacidad de monitorizar a estos grupos terroristas de cerca, aunque seguimos en contacto con socios para brindar el apoyo que podamos", reconoció el general Langley.

USO DE DRONES Y ARSENALES INCAUTADOS

Por otra parte, también preocupa el uso incipiente de drones armados a la hora de perpetrar ataques, ya que dado lo económicos que estos resultan les convierten en un arma muy útil. No obstante, una de las principales fuentes para obtener armamento de los yihadistas no es otra que los arsenales de los cuarteles y bases que atacan.

En las últimas semanas, JNIM ha dado buena cuenta de ello en sus vídeos propagandísticos, los cuales también han ido mejorando en calidad y en su elaboración se emplean drones que permiten mostrar con todo detalle cómo se desarrollan los ataques y cómo los militares suelen huir despavoridos ante la llegada de los yihadistas.

El hecho de que puedan atacar desde varios frentes a la vez o llevar a cabo ataques prácticamente simultáneos en distintos puntos del país pone de manifiesto tanto su capacidad, con drones, coches bomba e incluso blindados tomados de las Fuerzas Armadas, como la cantidad de efectivos con que cuentan.

VIOLENCIA ESTATAL INDISCRIMINADA

Al deterioro de la seguridad también contribuye, según Soufan Center, "la violencia indiscriminada perpetrada por las fuerzas estatales", los mercenarios rusos --antes el Grupo Wagner y ahora bajo la siglas de Africa Corps-- y "las milicias de autodefensa, que han recibido apoyo sistemático del Estado ante su capacidad limitada para mantener el orden". A todos ellos organizaciones como Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional les han acusado de cometer graves abusos contra los Derechos Humanos.

Tal y como advierte el experto consultado, también se está explotando la cuestión étnica. Por un lado, los yihadistas se aprovechan de los abusos contra la población peul o fulani --a la que se tiende a equiparar con los terroristas-- para engrosar sus filas con ellos, mientras quienes se sienten amenazados por ellos se suelen unir a los grupos de autodefensa, como es el caso de los Voluntarios de Defensa de la Patria (VDP) en Burkina Faso.

Y por último, lamenta, está el problema de la falta de información. En el caso de Burkina Faso, no se sabe lo que está pasando porque el Gobierno intenta por todos los medios ocultarlo, mientras que en el caso de Malí el Ejército sí que tiende a informal, aunque de forma parcial de los ataques que se producen y su respuesta.

A esto se suman potentes campañas de desinformación, detrás de las que está en muchos casos Rusia, ahora el principal aliado de las juntas golpistas, en las que se vende a los nuevos líderes casi como una especie de dioses, en particular en el caso de Traoré, y se oculta la realidad. Esto es más fácil gracias a la falta de capacidad crítica de una población que apenas tiene acceso a información y no puede contrastar lo que se le dice.

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